Si durante el día está
usted alerta, si está atento a todo el movimiento del pensar, a lo que
usted dice, a sus gestos -cómo se sienta, cómo camina, cómo habla- si
está atento a sus respuestas, entonces todas las cosas ocultas salen a la
luz muy fácilmente. En ese estado de atención lúcida, despierta, todo
es puesto al descubierto.
§
§ La mayoría de nosotros
está inatenta. Darse cuenta de esa inatención, es atención.
§
§ La meditación no es
una fragmentación de la vida; no consiste en retirarse a un monasterio o
encerrarse en una habitación sentándose quietamente por diez minutos o
una hora en un intento de concentrarse para aprender a meditar, mientras
que por el resto del tiempo uno continúa siendo un feísimo y
desagradable ser humano.
§
§ Para percibir la
verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una
mente astuta, torturada, sino una mente capaz de mirar sin distorsión
alguna, una mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad
una mente llena de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee
completa capacidad de aprender. Y también es necesario que la mente y el
cuerpo sean altamente sensibles —con un cuerpo torpe, pesado, cargado de
vino y comida, no se puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe
estar muy despierta, sensible e inteligente.
§
§ Las necesidades básicas
para descubrir aquello que está mas allá de la medida del pensamiento,
para descubrir algo que el pensamiento no ha producido son tres: 1) se
debe producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la
mente; 2) ésta debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3)
finalmente, la mente debe estar disciplinada en alto grado.
§
§ Una mente que ve las
cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios
personales, ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así
es virtuosa, ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible,
inteligente.
§
§ Es preciso estar atento
al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a
las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades
ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar "lo que es"
sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto.
§
§ La mayor parte del
tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta
atención en el momento de advertir la inatención, entonces ya está
atento.
§
§ La percepción alerta,
la comprensión, es un estado de la mente de completo silencio, silencio
en el cual no existe opinión, juicio ni evaluación alguna. Es realmente
un escuchar desde el silencio. Y es sólo entonces que comprendemos algo
en lo cual no está en absoluto envuelto el pensamiento. Esa atención,
ese silencio, es un estado de meditación.
§
§ Comprender el ahora es
un inmenso problema de la meditación —ello es meditación.
Comprender el pasado totalmente, ver dónde radica su importancia, ver la
naturaleza del tiempo, todo eso forma parte de la meditación.
§
§ En la meditación
existe una gran belleza. Es una cosa extraordinaria. La meditación, no
"cómo meditar".
§
§ La meditación es la
comprensión de uno mismo y, por lo tanto, significa echar los cimientos
del orden —que es virtud— en el cual existe esa cualidad de disciplina
que no es represión ni imitación ni control. Una mente así, se halla,
entonces, en un estado de meditación.
§
§ Meditar implica ver muy
claramente, y no es posible ver claramente ni estar por completo
involucrado en lo que uno ve, cuando hay un espacio entre el observador y
la cosa observada. Cuando no hay pensamiento, cuando no hay información
sobre el objeto, cuando no hay agrado ni desagrado sino tan sólo atención
completa, entonces el espacio desaparece y, por lo tanto, está uno en
relación completa con esa flor, con ese pájaro que vuela, con la nube o
con ese rostro.
§
§ Es sólo la mente
inatenta que ha conocido lo que es estar atenta, la que dice: "¿Puedo
estar atenta todo el tiempo?" A lo que uno debe estar atento, pues,
es a la inatención. Estar alerta a la inatención, no a cómo
mantener la atención. Cuando la mente se da cuenta de la inatención, ya
está atenta —no hay que hacer nada más.
§
§ La meditación es algo
que requiere una formidable base de rectitud, virtud y orden. No se trata
de algún estado místico o visionario inducido por el pensamiento, sino
de algo que adviene natural y fácilmente cuando uno ha establecido las
bases de una recta conducta. Sin tales bases, la meditación se vuelve
meramente un escape, una fantasía. De modo que uno ha de asentar esas
bases; en realidad, esta misma manera de asentar las bases, es la
meditación.
§
§ Los meditadores
profesionales nos dicen que es necesario ejercer el control. Cuando
prestamos atención a la mente, vemos que el pensamiento vaga sin rumbo,
por lo que tiramos de él hacia atrás tratando de sujetarlo; entonces el
pensamiento vuelve a descarriarse y nosotros volvemos a sujetarlo, Y de
ese modo el juego continúa interminablemente. Y si podemos llegar a
controlar la mente de manera tan completa que ya no divague en absoluto,
entonces —se dice— habremos alcanzado el más extraordinario de los
estados. Pero en realidad, es todo lo contrario: no habremos alcanzado
absolutamente nada. El control implica resistencia. La concentración es
una forma de resistencia que consiste en reducir el pensamiento a un punto
en particular. Y cuando la mente se adiestra para concentrarse por
completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su sensibilidad, y se
vuelve incapaz de captar el campo total de la vida.
§
§ El principio de la
meditación es el conocimiento de uno mismo, y esto significa darse cuenta
de todo movimiento del pensar y del sentir, conocer todas las capas de la
conciencia, no sólo las superficiales sino las ocultas, las actividades
profundas. Para ello, la mente consciente debe estar serena, calma, a fin
de recibir la proyección del inconsciente. La mente superficial sólo
puede lograr tranquilidad, paz y serenidad, comprendiendo sus propias
actividades, observándolas, dándose cuenta de ellas; cuando la mente se
da plena cuenta de todas sus actividades, mediante esa comprensión se
queda en silencio espontáneamente; entonces el inconsciente puede
proyectarse y aflorar. Cuando la totalidad de la conciencia se ha
liberado, sólo entonces está en condiciones de recibir lo eterno.
§
§ Entre dos pensamientos
hay un periodo de silencio que no está relacionado con el proceso del
pensamiento. Si observas, verás que ese período de silencio, ese
intervalo, no es de tiempo, y el descubrimiento de ese intervalo, la total
experimentación del mismo, te libera del condicionamiento.
§
§ La meditación no es un
medio para algo. Descubrir en todos los momentos de la vida cotidiana qué
es verdadero y qué es falso, es meditación. La meditación no es algo
por cuyo medio escapáis. Algo en lo que conseguís visiones y toda clase
de grandes emociones. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo
opera vuestro pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver
los temores, las ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto,
indagarlo todo el tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación.
No tenéis que acudir a nadie para que os diga qué es meditación o para
que os dé un método. Lo puedo descubrir muy sencillamente vigilándome.
No me lo tiene que decir otro; lo sé. Queremos llegar muy lejos sin dar
el primer paso. Y hallaréis que si dais el primer paso, ese es el último.
No hay otro paso. |